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jueves, 11 de agosto de 2011

Increible 1

Esto publico TN hace horas...

La revolución es hoy

Sergio Elguezábal
MARCHA. Los estudiantes protestan en Santiago.

La indignación global frente a la desigualdad, especialmente de la juventud, constituye la conducta más saludable que la humanidad ha vivido en las últimas décadas.
Las iniquidades son intolerables. Ahora también para los chilenos, que han advertido que esa democracia no representa al conjunto de la Nación.
¿Por qué las sociedades debieran contemplar impasibles el enriquecimiento insolente de una franja menor y la pauperización paulatina de la mayoría de sus semejantes? ¿Por qué resignarse a la posibilidad de educarse con gratuidad o de sanarse en hospitales públicos que se solventan con los cuantiosos impuestos que se pagan? ¿Por qué el saqueo de los recursos naturales, el paisaje y los minerales sin que le quede nada al dueño de casa? ¿Sacrificaremos todo, hasta lo más preciado, en nombre del mercado y el sistema bancario, de los índices de crecimiento que NO nos representan? ¿Por qué seguir manteniendo un “equilibrio” mendaz, una institucionalidad vacía, unos derechos impracticables?
Leo una de las tantas editoriales sobre el tema. El señor que escribe -figura su foto en el costado- le ha puesto como título Sin futuro. Me sitúo en las antípodas. Estamos justamente en las puertas de un desafío inigualable que nos acercará a la esencia de lo que somos, más acorde a nuestra estatura y en mayor sintonía con valores humanos tales como la solidaridad, la nobleza y la austeridad. En todos los rincones se levantan por menos mezquindades, para que cese la glotonería y no prime la avaricia por sobre todo lo demás.
Miramos los últimos sucesos que transmite la televisión con mi hijo adolescente a quien le parece exagerada la quemazón en Gran Bretaña. Tomo prestada la frase de un cartel que leí durante las protestas en España para responderle: “5 millones de parados (desocupados) también es terrorismo”. España creció 15 años ininterrumpidamente. El “crecimiento” engendró violencias sutiles, diferencias irreconciliables, malestares silenciosos que acaban de estallar. En Madrid, Londres, Santiago o Jerusalén, millones de personas salen a denunciar que la declamada institucionalidad a preservar es hoy una caricatura patética.
La realidad compromete a media Europa, parte de Asia, Israel y los Estados Unidos que, aunque sin mayores estridencias todavía, verá crujir pronto sus estructuras vetustas y desalmadas. Ahí anda maltrecho Obama. Sus jirones son un signo positivo de la desmembranza (que lástima que no exista esta palabra; la utilizaré porque ya lo merece). Ahora felizmente ocurre en Chile y provincias como Jujuy, en Argentina, se suman a la rebeldía ante la fantástica crisis de representatividad.
Un nuevo paradigma acecha a los que creen que nunca hay que cambiar y nos invita a reinventarlo todo. Incluso a rediseñar las estructuras que posibiliten la gobernabilidad del mundo actual.

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