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miércoles, 1 de junio de 2011

¿Quién fue César Gody Álvarez?

Elaborado por un compañero a propósito de la charla de mañana Jueves 2 de Junio.

¿Quién fue César “Gody” Álvarez”?
César nació en Bolívar, Provincia de Buenos Aires. En las vueltas de la vida, estudió Abogacía en nuestra facultad hasta 4to año. Hizo cuanto trabajo pudo -mozo, ayudante en una casa de Seguros y muchos etcéteras-. “Era un idealista que quería estar donde hiciera falta actuar", como dijo su hermana con motivo de la entrevista que le efectuara el Diario La Mañana en el 2008.
Cuando tenía unos 25 años, a mediados de la década del ´50, ingresó al Partido Comunista, donde trabó amistad con Osvaldo Pugliese y Atahualpa Yupanqui, dos referentes de ese ideario político.
 En esa época, Gody viajó a Cuba, su primer periplo fuera del país. "Estuvo con el Che Guevara, por quien sentía una admiración tremenda. Compartió varias charlas con él, y se volvió enamoradísimo de la personalidad del Che".
 El raid abarcó Rusia, pero el recorrido por la tierra rusa no le resultó feliz. Más bien, podría decirse que regresó desilusionado con el modelo soviético. "Lo que él había idealizado dentro del PC, no era lo que se estaba haciendo en Rusia", marca su hermana.
La disidencia no le salió gratis a Gody: "algunos compañeros lo castigaron, enviándolo a un barrio, Las cañitas, para que siga como dirigente, pero marginado" del comando central porteño, aporta Amelia. Dentro del PC, así como algunos compañeros tomaron represalias con el bolivarense, hubo otros que se encolumnaron tras su tesitura, porque tampoco avalaban el modelo ruso de entonces. Así surgió el germen del Partido Comunista Revolucionario, fundado a principios de 1968 por Gody, Otto Vargas (actual secretario general) y Jacinto Roldán, entre otros. El PCR abrazó posteriormente el ideario de Mao Tsé Tung, el líder de masas que para Álvarez y compañía representaba lo avanzado de la “revolución cultural proletaria”.
Luego se va a vivir a Córdoba, planteando que allá había un campo interesante para trabajar, porque la industria -especialmente la automotriz, con fábricas de cinco mil empleados- estaba en pleno auge, si bien en lo gremial no había aún un movimiento organizado, pero sí una semilla valiosa, que desembocaría en el Cordobazo en 1969.
Junto a René Salamanca protagoniza una de las experiencias más avanzadas de la izquierda argentina: la recuperación para el clasismo del SMATA-Córdoba, el sindicato industrial más grande del interior del país y por esos días también el más combativo. En 1974, junto a su partido, encabeza la lucha antigolpista.
En esos años en la provincia serrana, Gody se las rebuscaba haciendo todo tipo de trabajos, como siempre, como hasta el final de sus días en que fue mozo, agente en una casa de seguros, vendedor y muchos etcéteras. Vivía en ese primer período de la venta del periódico que el PCR editaba, mientras avanzaba en el desarrollo de su labor como formador de los futuros dirigentes de izquierdas que vendrían a concretar el sueño de la justicia social en la Argentina, la tarea que realmente le interesaba. Conoció en esa época a su gran amigo, Agustín Funes, y puso especial esmero en el ´modelado´ de un joven que luego descollaría como caudillo popular: René Rufino Salamanca, acaso su alumno mejor, asesinado y desaparecido por la dictadura militar en la noche del 24 de marzo de 1976 (se lo considera el primer desaparecido de la última dictadura), pocos días antes que Gody.
Dice la hermana: “Si yo tuviera que destacar algo de mi hermano que me impactara, lo primero era la mirada penetrante. Pero no una mirada fría, eso es lo raro: ojos grandes, mirada penetrante pero cálida. Y una convicción extraordinaria; él se aferraba a sus ideales, y estaba total y absolutamente convencido de que era lo mejor. Por otra parte, sabía reconocer cuando se equivocaba. Un compañero nos decía eso: ´el Gordo Antonio, en el fragor de una discusión, era capaz de decir que se había equivocado, y eso no es común de encontrar´.
El 23 de abril de 1976, los genocidas detuvieron a Gody Álvarez. Lo torturaron con fruición durante una semana, y como no delató absolutamente un solo nombre, lo mataron. El cuerpo fue desaparecido y arrojado a un río en la ciudad de Merlo, en el conurbano bonaerense. El día en que lo apresaron, Gody tenía previsto viajar a Bolívar a encontrarse con su madre, que entonces vivía con Amelia en Río Negro. Lo demás, es decir el angustioso periplo de su familia hasta recuperar su cuerpo, un periplo movido por el motor del amor a Gody y nunca por el del odio a sus asesinos, es historia conocida, afortunadamente.
Dice la hermana: “Conservo el mejor de los recuerdos. Y día a día, es como que la figura de mi hermano crece. Cuando veo las muestras de cariño de todo tipo de gente, de dirigentes gremiales… El año pasado tuve oportunidad de estar presente en la inauguración de un barrio en La Matanza, y cuando Juan Carlos Alderete (líder piquetero de la Corriente Clasista y Combativa) se acercó a nosotros, lloraba como un chico: ´El Gordo Antonio y René Salamanca (alias Pablo) fueron mis maestros´, nos decía”
Pero su hermana mantenía una deuda con Gody, que comenzó a saldar a comienzos de la década del ´80, la época del despertar democrático tras siete años boca abajo en los laberintos genocidas, con las balas picando cerca o dentro y los buenos yéndose de a puñados, como desvaneciéndose en los ríos negros de la memoria oficial: "cuando asumió Alfonsín, interiormente me dije: ´yo a mi hermano le debo algo: para mí, a partir de hoy, se terminó el no te metás. Aportaré mi granito de arena, colaboraré con todo el mundo para ver si algo se puede cambiar; no me quedo más en mi casa, en una charla de cocina; ese homenaje se lo debo a él", remata la charla Amelia, Melita, como le decía Gody a su hermana menor, la más mimada.
Hay gente que junta plata; camionetas, casas, campos, objetos de todo tipo y tamaño o simplemente camperas de cuero y zapatos; todas cosas que se ven y se tocan. Otros, que viven para los otros, pero ´hacen bandera´ con eso o reclaman, aunque sea secretamente, algo a cambio. Y otros que, ya lo avisaba el poeta Antonio Machado, están pletóricos en virtudes, pero las arropan en el silencio, como si tuvieran que pedirle permiso o perdón a alguien por concentrar tantos méritos. Gody Álvarez fue un tipo virtuoso. Los que no lo saben se lo pierden, porque el Gordo Antonio, el Guerrero de la valijita de cartón y el corazón ancho, está vivo.

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